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Responder a la amable invitación del Dr. Rumbau para prologar su obra es para mi un gran placer y también un reto
El Dr. Rumbau es de aquellas personas que, como decimos coloquialmente, siempre están ahí y se puede contar con él. Pertenece a aquel círculo de profesionales que el público de los grandes teatros de ópera no conoce pero que son absolutamente imprescindibles para el buen desarrollo de las representaciones y de todo lo que las acompaña: ensayos, tensiones, largas estancias lejos de casa, pequeños y no tan pequeños incidentes personales y de la salud,... En una producción operística muchas coses, transcendentes o no, pasan desapercibidas por el público e inciden en el escenario. Sólo la profesionalidad, el tacto y la amable simplicidad de la gente del mundo de los grandes teatros las sabe resolver. El Dr. Rumbau es un magnífico exponente de estas presencias discretas pero enormemente eficaces que hacen que todos, público y artistas, podamos gozar de las creaciones de los grandes compositores.
Saber que, a menudo en mis actuaciones en el Liceu, estaría el Dr. Rumbau siempre me ha dado una gran confianza y tranquilidad. Ser objeto de su afecto y amistad es un privilegio y me satisface en gran manera tener la oportunidad de hacer mi modesta aportación a esta obra. En él, permítanme rendir un sentido homenaje a todos los profesionales que trabajan al servicio de la ópera y, en particular, a los médicos.
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Prólogo,
Josep Carreras
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